¿Cómo pueden los líderes gestionar las emociones en una organización global cuando en ella conviven personas de procedencias culturales diferentes? 

Mediante lo que se conoce como “enlace emocional”. 

Yuh-Teen Lee, Profesor en el Departamento de Dirección de Personas en las Organizaciones en IESE Business School explica en este artículo de la revista HR Deusto cómo el modelo asociado a este concepto ayuda estratégicamente a la comprensión mutua y a crear el vínculo necesario para una colaboración efectiva.

El autor define un enlace emocional como “una colección de acciones individuales que se utilizan para establecer una conexión emocional con personas de procedencias culturales diferentes. Todo intento por comprender a los demás sería en vano sin dicha conexión”. 

Este modelo conlleva cuatro estrategias específicas: monitorizar las emociones, traducir las emociones, aprovechar las emociones y unir a través de las mismas emociones.

1. Monitoreando las emociones.

Según el autor, en el trabajo global, los miembros de distintas culturas tal vez no compartan las ideas o expectativas sobre cómo se debe gestionar el trabajo, dando lugar a conflictos centrados tanto en las tareas como en las personas. Un ejemplo son las emociones negativas, como la ira, la ansiedad y la frustración, que pueden surgir cuando las personas experimentan la presencia de valores, normas y prácticas diferentes, sobre todo si “molestan” o entran en conflicto con las propias creencias acerca de la manera correcta de operar en el trabajo. “Estas emociones, si no se notan o no se procesan, pueden bloquear el procesamiento de la información y el entendimiento mutuo entre miembros de distintas culturas. Además, pueden desencadenar atribuciones y juicios inexactos, y a menudo negativos, sobre los demás”, explica Yuh-Teen Lee

2. Traduciendo las emociones.

La expresión y la percepción dependen mucho de factores culturales. Por ejemplo, en ciertas culturas, la expresión abierta de opiniones diferentes, acompañadas por una emoción intensa de una persona procedente de una cultura determinada, puede ser interpretada como ira u hostilidad. Del mismo modo, las discretísimas expresiones emocionales de quienes proceden de otra cultura pueden pasar desapercibidas, o ser mal interpretadas por quienes vienen de una cultura distinta. 

“Al crearse enlaces que cruzan las fronteras culturales, los líderes tienen que actuar como traductores de las expresiones e interpretaciones emocionales para asegurar su correcta detección y respuesta”, señala el autor.

3. Aprovechando las emociones.

Con las emociones son adecuadamente reconocidas e interpretadas, los líderes deben fomentar las emociones funcionales y reducir las disfuncionales en el trabajo global. Por ejemplo, la ira o el miedo hacia otros grupos culturales pueden ser disfuncionales, provocando una atribución sesgada negativa de las intenciones ajenas. 

El autor explica que se deben crear normas que posibiliten la expresión sin juicios y la discusión de opiniones y emociones y que la capacidad de los líderes para monitorizar y traducir las emociones, puede ayudar a dar un espacio adicional para re-evaluar y regular las emociones disfuncionales.

Asimismo, explica que es fundamental que los líderes aprovechen las ventajas de las emociones positivas y negativas y eviten sus aspectos disfuncionales.

4. Uniendo a través de las emociones.

Una función esencial de las emociones es su capacidad para unir. Por eso, y según el autor, en esta parte del enlace emocional  los líderes deben unir, superando las barreras culturales con una identidad y una confianza compartidas.

“Ellos pueden fomentar la unidad entre las personas de diferentes culturas mediante la creación de vínculos emocionales que minimicen el efecto de separación de los subgrupos. También pueden aportar una visión que cree una identidad de nivel superior que resulte inclusiva para todos los grupos culturales” señala Lee.

Cuando se crea una nueva identidad compartida, los miembros de una organización padecen menos emociones disfuncionales.

CONCLUSIÓN

La tarea de crear enlaces emocionales efectivos requiere inteligencia emocional y cultural por parte de los líderes.

Las cuatro estrategias de enlace emocional presentadas están interconectadas, y representan un proceso continuo de construcción de vínculos emocionales entre culturas. A pesar de que, normalmente, se necesita empezar por monitorizar las emociones, es posible que el proceso no siga estrictamente el orden presentado.

Los líderes pueden activar las estrategias en secuencias diferentes, o incluso simultáneamente, según haga falta en cada situación. Cuando se aplica correctamente, el enlace emocional puede servir como una herramienta poderosa para que los líderes fomenten una colaboración efectiva, superando las barreras culturales nacionales y de otros tipos (por ejemplo, funcionales, organizacionales, generacionales, etc.).

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